Es un tema que la intolerancia lo lleva a altitudes que no debería tener si el mundo sería consciente de lo que en realidad es la sexualidad, algo natural y fisiológico contra la que no se puede hacer imposiciones absurdas y facistoidéas.
No hace mucho y ante un proyecto de legalizar la prostitución en el Distrito Federal, un columnista de conocido diario aseguraba que esto de la legalización era poco menos que un crimen, ya que entre otras cosas esto traería como consecuencia la proliferación de tratantes de blancas, y muchas niñas serían obligadas a prostituirse sufriendo una tiránica explotación.
Desde luego, está claro que la mente de quien así piensa no es muy lúcida y por desgracia son demasiados los que piensan que con prohibiciones hacen un bien a muchas mujeres.
La prostitución, considerada la profesión más antigua del mundo, existirá con legalización o sin ella y esto por la sencilla razón de que siendo la sexualidad algo imprescindible para la gran mayoría de personas y de que siempre hay gente que no tiene con quien ejercerla, se buscará a profesionales del sexo para desahogar esta satisfacción natural, lo que conlleva que al haber demanda exista la oferta y contra esto nada se puede.
Puede haber, eso sí, disminución de la prostitución. Para esto son necesarias que se den ciertas situaciones como puede ser una sociedad con un gran alto nivel cultura, pero sobre todo de posibilidades económicas, es decir: que todas persona tenga la posibilidad de tener un trabajo digno con el que le alcance para vivir sin presiones ni problemas, lo cual es una auténtica utopía. Otra situación que llevaría a disminuirla sería precisamente una sexualidad libre, en donde todo el mundo pudiese mostrar su interés hacia la persona deseada sin miedo de ser agredido hasta condenado por acoso sexual, lo que de igual manera es bastante utópico hoy por hoy.
Siendo la prostitución algo que por más que se pretenda erradicar es imposible de conseguir, lo que hay que hacer es tratar de proteger a quien la ejerce.
Al contrario de lo que menciona el columnista señalado, sólo legalizándola, se puede hacer algo en verdad por las sexoservidoras y en lugar de señalar y condenar a esta clase des protegida, hacer algo por ella, como precisamente lo manda la fe cristiana, de la que tanto presumen por un lado y la mancillan por otro.
Una joven de por la Merced (lugar de prostitución conocido en la capital mexicana) relataba al mismo diario del columnista poco después, la agresión que había sufrido por parte de un cliente, el cual tras terminar el acto se identificó como policía y sacando una pistola la golpeo con ella. El miserable fue detenido y la rebajadora presentó una denuncia en la delegación. El resultado fue dramático, pues mientras que el agresor salia libremente y satisfecho de su hazaña, la agredida fue a para a la cárcel de mujeres por una larga temporada.
Hechos como éste son inaceptables, está claro que las mujeres que hacen del sexo una profesión están indefensas ante la mal llamada justicia precisamente por dedicarse a algo que con todo cinismo del mundo se considera ilegal y digo cinismo, porque cantidad de hombres de los que dicen impartir justicia o estar con ella, hacen uso de la prostitución que luego condenan.
Casos como el mencionado y muchos peores, se dan a cientos, haciendo de esta profesión una de las más peligrosos que puedan existir, si no es que la más y en la inmensa mayoría de casos, por el mismo hecho de ser un trabajo ilegal, no se atreven a denunciar las agresiones sufridas.
Por otro lado, los miserables que se dedican a la explotación de las mujeres en diversas formas, secuestrándolas muchas veces o la mayoría de ellas y obligándolas a prostituirse, lo hacen en cierta forma protegidos por esa ilegalización, ya que saben lo difícil que es a una mujer denunciar el caso, pues como prostituta lo más fácil es que nadie la haga caso y hasta quede desacreditada por completo, todo esto si bien le va, pues como en el caso de nuestra amiga puede terminar hasta en la cárcel. Por lo tanto la ilegalización del trabajo sexual es en provecho de los tratantes de blancas y de los explotadores de estas mujeres.
En resumidas cuentas y siendo objetivos, las (o los), trabajadoras sexuales deben ser protegidas por las leyes y por ello es imprescindible que la prostitución sea un trabajo legal.
Y ya en el plano del servicio que prestan y en las actuales circunstancias en la que vivimos, la prostitución hace un bien a cuanto hombre necesita tener un rato de placer y como ya se ha mencionado, es un servicio que lo emplean desde las capas sociales más bajas a las más pudientes y ahí tienen como ejemplo ese gobernador de Estados Unidos, lo que aprovechando el tema, se me hace monstruoso que por ese hecho pierda su cargo de gobernador.
En ocasiones he oído a gente, de la que todos conocemos, la soberana estupidez de decir que la prostitución hace que haya más violadores. Y es que cuando la necedad nubla el cerebro y no se tienen argumentos disponibles y sensatos, no se dice más que eso, estupideces. Si la prostitución tiene algo que ver con respecto a violadores, es evidente que lo único que puede hacer es reducir este gran peligro y esto por la sencilla razón de que el violador que escoger a una víctima desconocida por su gran deseo ejercer la sexualidad, puede muy bien desistir de esto y acudir a los servicios de una sexoservidora, aunque los motivos de las violaciones son tan diversos que en realidad no se van a reducir mucho por que exista la prostitución, pero en ningún caso por ésta, aumentará el número de violadores.
Profesional del sexoservicio: ¿has padecido alguna agresión? ¿Deseas comentar alguna experiencia desagradable? ¿Tal vez alguna situación interesante? Aquí con gusto veremos tus inquietudes y agradeceremos tus comentarios